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El marco ideológico de F., por otra parte, tiene una serie de cualidades que se repiten. Una de ellas es la idea del vitalismo, el voluntarismo y el culto a los mitos como conceptos positivos que contribuyen a la "formación" de la historia y no a su comprensión pasiva. Estos conceptos Las opiniones de F. lo sitúan en la tradición antiilustrada, que incluye a los filósofos antipositivistas. F. puede ser clasificado en la tradición anti-Ilustración, con intelectuales antipositivistas como Friedrich Nietzsche, George Sorel y Martin Heidegger. Este elemento de la ideología fascista es coherente con una comprensión "gnóstica" del conocimiento, en la que éste se presenta como una fuente de identidad y misión histórica orientada a la acción y no en términos empíricos racionalistas. La perspectiva maniquea de la civilización actual y la descripción de los estratos de la sociedad o de la humanidad también se incluyen en este concepto.

Para la regeneración de una comunidad nacional o de Occidente en su conjunto, la perspectiva maniquea de la civilización actual implica una visión maniquea de la civilización moderna y la identificación de aquellas partes de la sociedad o de la humanidad que deben ser suprimidas, exiliadas o aniquiladas. La percepción de la historia moderna como un campo de batalla entre fuerzas opuestas de renovación y decadencia también significa que cuestiones como la raza, la economía, el derecho y la tecnología, así como la vivienda social, se enmarcan dentro de un marco conceptual palingético -o, como se suele decir, "apocalíptico" o "milenario"- en el sistema ideológico fascista. El caos, la anarquía y la violencia en el mundo moderno se consideran precursores de la aparición de, lo que confiere a toda violencia un efecto purificador y catártico. "Destrucción creativa" y "nihilismo positivo" son dos términos utilizados para describir el proceso de creación de algo nuevo.